Reto módulo 3: Programa de acciones para la igualdad entre mujeres y hombres en el ámbito penitenciario.

 

1. Presentación del Programa de acciones para la igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito penitenciario.

En el mundo penitenciario, predominantemente masculino, las mujeres han ocupado un papel muy secundario. Es cierto que desde el punto de vista legal, la igualdad está plenamente reconocida y no se contemplan diferencias entre hombres y mujeres, en la práctica sí persisten graves discriminaciones en cuanto a género, derivadas fundamentalmente del no reconocimiento de la diferencia.
La principal causa es la dispar representación numérica entre ambas poblaciones reclusas: las mujeres  no alcanzan el 8% del total y además presentan un perfil criminológico caracterizado por condenas de duración media-corta, escasa conflictividad y una tipología delictiva menos severa, ya que son menos proclives a la comisión de delitos graves (contra las personas y contra la libertad sexual). 
Esta menor presencia y notoriedad implica que la planificación y gestión penitenciaria se dirija a la mayoría: los hombres, y se traduzca en que por dificultades organizativas las mujeres no puedan disfrutar de los mismos servicios, actividades y programas y lo más preocupante, en la imposibilidad de introducir criterios de separación y clasificación para los diferentes perfiles criminales, de edad, características penitenciarias, etc...
En este contexto, la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, perteneciente al Ministerio del Interior, desarrolla paulatinamente desde 2009 el  “PROGRAMA DE ACCIONES PARA LA IGUALDAD ENTRE MUJERES Y HOMBRES EN EL ÁMBITO PENITENCIARIO" con el objetivo de atajar aquellas circunstancias que perpetúan un trato discriminatorio de las mujeres en la ejecución penitenciaria, pero sobre todo, contribuir a romper las barreras sociales y personales que dificultan una adecuada inserción social y el pleno ejercicio de sus derechos como ciudadanas.

2. Ámbito de actuación del programa.

Como acabamos de comentar, el medio penitenciario es un ámbito muy concreto en el que se perpetúa una estructura androcéntrica encaminada a preservar la seguridad y al control de un determinado perfil criminal masculino que poco tiene que ver con el perfil femenino que nos encontramos en ella. La mujer, pues, vive en prisión de forma diferente y por ello se deben implementar medidas diferentes. 
Para ello, la Secretaría General de IIPP a través del Ministerio de Igualdad y de conformidad con las normas y recomendaciones internacionales elaboró este Programa con el objetivo de impulsar la igualdad real el medio penitenciario. Para ello, partió de un exhaustivo diagnóstico de las situaciones de desventaja que se producen en la ejecución de las penas con respecto a las mujeres y estableció 122 acciones positivas enmarcadas dentro de 4 objetivos fundamentales: 
- 1. Actuaciones a nivel organizativo: con medidas como la creación de una estructura orgánica y funcional para la evaluación del impacto del programa de acciones para la igualdad o la introducción de la perspectiva de género en la política penitenciaria, por ejemplo.
- 2. Creación del Observatorio permanente para la erradicación de factores de discriminación basados en el género.
- 3. Atención integral de las mujeres encarceladas y excarceladas: abordando el vínculo familiar, el empoderamiento, la maternidad, el fomento de la salud y el deporte, la inserción laboral etc.
- 4. Planes para favorecer la erradicación de la violencia de género y paliar sus consecuencias tanto disminuyendo la vulnerabilidad de la mujer reclusa como implantando programas específicos para mujeres víctimas de violencia de género. 


3. Impacto y resultados.

Desde la última década la sociedad en general y el medio penitenciario, en particular, han venido haciendo un importante esfuerzo para revisar su funcionamiento y detectar elementos discriminatorios e incluso neutros que indirectamente fomentan la desigualdad de género. Existen muy pocos datos públicos del impacto de las políticas instauradas en prisión ya que gran parte de las acciones previstas son transversales. En cuanto a los programas concretos, uno de los más conocidos es "Ser mujer" enfocado a la prevención de la violencia de género y el empoderamiento de las reclusas del que sí están publicados su evaluación de la eficacia entre 2010 y 2016. De una manera muy resumida tras la participación, las internas mejoran sus índices cuantitativos de autoestima (pre-post), apoyo social, roles de género y poder de decisión, lo que debería traducirse en un plano teórico (la realidad es mucho más compleja) en una menor vulnerabilidad a sufrir este tipo de violencia.

4. Debilidades y fortalezas del programa.

Como puntos fuertes nos encontramos la decidida apuesta por eliminar cualquier circunstancia que favorezca el trato discriminatorio en el medio penitenciario, lo que implica el primer y más importante paso. En segundo lugar, la población reclusa femenina muestra un marcado interés por la participación en las actividades que impliquen integración y desarrollo personal, muy por encima de la población masculina. Además, al estar recluidas en prisión se neutralizan ciertos factores sociales o culturales que hacen que no tengan tiempo o puedan dedicárselo a actividades personales (presiones, cuidado de la familia etc). Por último, dentro de la plantilla de IIPP se encuentran profesionales cualificados para llevar a cabo las tareas de intervención en discriminación tales como psicólogos, trabajadores sociales o educadores, entre otros.

Como puntos débiles, podemos encontrar la escasa sensibilización al respecto de las mujeres encarceladas, dadas sus características socioculturales (escasa formación, dependencia de la figura masculina, asunción de valores patriarcales…) que requieren de un abordaje global en la toma de conciencia de su situación y de un trabajo de empoderamiento y autoestima.

Además, desde la Administración Penitenciaria se ha venido fomentando una oferta de actividades reducida y enfocada hacia labores con un sesgo “típicamente femenino” como cocina, costura, lavandería etc debido a las restricciones que, por razones de seguridad se mantienen a la hora de realizar actividades mixtas y la demanda que existe de este tipo de ocupaciones por arte de las reclusas.

A esto hay que sumar la escasa sensibilización de parte del personal penitenciario en diferencias de género y discriminación. Hasta ahora, tampoco se tenía en cuenta la variable de género a la hora de recoger datos estadísticos de la población reclusa, lo que imposibilita un correcto abordaje de la toma de decisiones en favor de la igualdad. 

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