Reto módulo 1: Un ejemplo de discriminación

El mundo de la publicidad no es más que un reflejo del contexto cultural y sociológico en el que se inserta. Tal vez sería aventurado decir que podemos conocer una sociedad analizando los anuncios que bombardean por todos los medios de comunicación a sus ciudadanos. O tal vez no. 

Un pequeño repaso a la evolución de los comerciales de las últimas décadas nos ofrece un retrato bastante fiable del viaje en el tiempo que ha seguido la sociedad española. ¿Quién no recuerda los anuncios de los años 60 y 70 (e incluso más tarde) en los que el papel de la mujer quedaba restringido exclusivamente al hogar? Cocinar, limpiar, cuidar de los niños y complacer a su marido eran las únicas tareas en las que aparecía reflejada una fémina, siempre diligente y feliz, eso sí. Incluso algunas campañas reflejaban con total naturalidad lo que ahora conocemos como violencia de género y que en ese momento, como queda patente en los anuncios, estaba completamente asumido. 



Bajo la mirada actual imágenes como las que se muestran de ejemplo resultan, como poco, inadmisibles. Cuesta imaginar que hoy en día se pudiera permitir. Nadie publicaría semejantes anuncios, ninguna marca se atrevería a arruinar su reputación con semejante metedura de pata y las asociaciones feministas y el Instituto de la Mujer se pondrían en pie de guerra ¿o no?

Pues aunque parezca imposible, marcas como Gucci, Leggs o Fluid recrean, bien entrado el milenio, escenas semejantes. Más glamourosas, sí. Y con directores de márketing reputados y campañas multimillonarias. Pero sospechosamente parecidas, 50 años después.



Por supuesto no es mi intención señalar que nada ha cambiado en las últimas décadas. Al contrario. Si bien los primeros anuncios llaman la atención revisados bajo el prisma actual pero estaban insertos en un contexto machista en el que pasaban desapercibidos, los ejemplos actuales fueron protagonistas de agrias polémicas. Que, por cierto, no deja de ser otra fuente de publicidad. 

Mi reflexión es que, si bien en la actualidad las marcas se cuidan de enfocar su campañas de una forma "políticamente correcta" procurando evitar la discriminación directa y verse así envueltos en denuncias,  todavía aparecen anuncios que, envueltos en un halo de sofisticación, reproducen los estereotipos y las conductas de cosificación de la mujer a un nivel de hace medio siglo. 


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